miércoles, 1 de febrero de 2012

La última boda a la que fui

Nos pusieron el listón muuuy alto. Todos lo comentaron. Iré por partes:
- La ceremonia, increíblemente emotiva, y en un salón precioso, muy romántico. La elección de la música: perfecta; y las palabras de sus seres queridos hubieran puesto en apuros al mismísimo Chuck Norris. Ya me lo imagino ahí con la lagrimita.
- El cóctel y banquete. Comida increíblemente buena, personal atento, cantidades brutales y calidades casi mejores. Y qué decir de la compañía, mi mesa y la mesa vecina fueron divertidísimas, todo el mundo iba con mogollón de ganas de disfrutar, y algunos incluso sin haber dormido la noche anterior. - El baile de los novios. Una elección muy personal, una canción muy suya, aunque el baile se me hizo breve, pero lo bueno si breve... - La barra libre. Increíble. Una calidad inmejorable. Los camareros se esmeraban en cada copa. - La música. Variada, bailable, divertida. Y por último, la guinda la puso el atrezzo que nos dieron para hacernos las fotos más divertidas: sombreros de pirata, pelucas, flores, coronas, gafas... Impagable volver a casa felices Mr. Argu y yo cantando "La vida pirata es la vida mejor". De esos recuerdos que no se borran.

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